16 de agosto de 2011

Presentación de la Revista Pensar Históricamente: El método de la historia


Fustel de Coulanges recomienda al historiador, que quiera revivir una época, que se quite de la cabeza todo lo que sepa del decurso posterior de la historia. Mejor no puede calarse el procedimiento con el que ha roto el materialismo histórico.

Walter Benjamin, Tesis sobre filosofía de la historia

Con el nombre elegido para bautizar esta revista que hoy comienza su experiencia perseguimos la idea de reivindicar la imperecedera necesidad del análisis temporal e histórico para todos los campos de la investigación acerca de la sociedad. Aún más, en nuestra época se ha descubierto que esto no sólo es válido para las ciencias que tienen como objetivo abordar el enorme desafío de conocer, entender y transformar la estructura social. El nobel de química Ilya Prigogine lo sugiere cuando afirma lo que la física, la cosmología y otras de las que solemos llamar ciencias duras, han debido hacer para poder continuar avanzando en su explicación del funcionamiento de lo existente: incorporar el factor tiempo. La dimensión histórica ha dejado de ser exclusivamente la de los hombres, para ampliarse a escala universal. Los hombres somos, de algún modo, los hijos del tiempo y no como en la proposición idealista los creadores de aquel.1


Así también la lógica dialéctica (reflejo de la dialéctica como forma real del movimiento y cambio de lo existente, tanto en la sociedad como en la naturaleza) ha debido dilatarse para dar cuenta, en las construcciones científicas más avanzadas, de la contradicción en el seno mismo de los fenómenos, de los juegos cantidad-calidad, de los saltos en el desarrollo de la materia natural / social, y del carácter irreversible de ciertos procesos. Sin embargo muchos de estos avances se encuentran hoy obturados, ya que este enfoque que permitiría el desarrollo de lo más adelantado en el plano científico libra una lucha dura, la mayor parte de las veces en desventaja, con ideas quietistas que promueven las clases dominantes para remachar su control de la sociedad. En ese sentido debemos dar cuenta de que, no excepcionalmente, el ataque contra el tiempo, ha partido desde las propias ciencias humanas. No es casual: inmovilizar la sociedad ha sido uno de los deseos más obsesivos de las clases dominantes de ayer y de hoy. Y es entonces contra estas tendencias reaccionarias en el campo de las ciencias sociales que surge nuestra publicación.

La profunda unidad de lo social y la necesaria unidad de la ciencia

“Ningún “orden” opresor soportaría el que los oprimidos empezasen a decir: “¿Por qué?”

Paulo Freire, Pedagogía del oprimido


A la pasada, decía Lenin que cualquiera puede fundamentar prácticamente cualquier, caprichosa, idea acerca de la realidad amparándose en uno u otro aspecto de ella.2 Esto mantiene vigencia: no hace falta sino observar ciertas trayectorias político-intelectuales para percibir como la unilateralización es un método inestimable para la producción de ciertos prestigiosos académicos. Intelectuales que, sean o no conscientes de ello, contribuyen a generar mistificaciones que recrean en el campo científico variantes similares a las que en su momento alimentaron los ideologemas clericales. En el mejor de los casos sólo contribuyen a la confusión general y en el peor se transforman en intelectuales orgánicos de las clases dominantes, en deglutidos por el sistema. No es éste el camino que elegimos. A pesar de todas las dificultades preferimos el análisis conducido por la saludable aspiración a la síntesis: procuramos intentar abordar la totalidad social en sus múltiples aspectos y co-determinaciones. Estamos convencidos de que la mutilación del concreto real, a partir de análisis sesgados, parcelados, compartimentados y tabicados, sólo conduce a la castración del contenido científico que pretende dar cuenta de la dinámica social. Mirado desde un punto de vista gnoseológico totalidad remite a movimiento, así como movimiento a totalidad. Entonces la fragmentación, tal como está organizada en la academia, sirve para ocluir una auténtica mirada de conjunto, es decir, por un lado presentan una “complejidad fragmentada” (por ejemplo en el pos-modernismo) o por otro una “unidad simplificadora” (como en los neoclásicos). Es falsa, entonces, la contradicción entre la totalidad y las distintas ciencias, cada parte no agota el todo y el todo no “determina” las partes, ni mecánica ni necesariamente.
En este asunto también reivindicamos, y quisiéramos continuar con la fructífera convocatoria de Pierre Vilar a desarrollar una historia total. Practicando desde el materialismo histórico un análisis integral de lo social que aúne los aportes de las distintas disciplinas simplemente porque es uno de los requisitos para un estudio más pertinente y ajustado de nuestro objeto.3 Por estos motivos es que abrimos este espacio al aporte de docentes e investigadores de las diferentes ramas de la indagación de lo social: docentes, historiadores, economistas, sociólogos, literatos, comunicólogos, filósofos, antropólogos, psicólogos, pedagogos, críticos de arte, etc. 

La historia está de nuestro lado

“Cuando empecé a estudiar historia y a pensar en ser profesor y escribir sobre la historia, ya sabía que no sería un profesor neutral; no iba a ser simplemente un académico…Quería que lo que escribía y enseñaba sobre la historia fueran parte de la lucha social. Quería ser parte de la historia y no simplemente un cronologista y maestro de historia. Así que ese criterio ante la historia, que la historia misma es un acto político, por decirlo así, es algo que siempre ha guiado lo que he escrito y lo que he enseñado. Desde el momento que puse pie en un aula, sabía que no iba a ser uno de esos maestros a los que los estudiantes al fin del curso o al fin del año les preguntan cuál es su posición. ¡Lo iban a saber desde el principio! Ese fue y sigue siendo mi modo de pensar.”

Howard Zinn, entrevistado en 1998

En el último período, (por lo menos del 2001 hacia acá) se agudizó la disputa ideológica: todo se puso en discusión. Primero en función de la situación revolucionaria y la crisis de hegemonía que, entre otros aspectos, se expresó en la búsqueda del pueblo de nuevas explicaciones y respuestas que les permitieran entender el contexto que los rodeaba. Se debatía en función del beneficio de qué intereses se resolvería la situación abierta. 
Luego, con la llegada del kirchnerismo, iniciaron un denodado esfuerzo por cerrar la crisis abierta a favor de nuevos sectores dominantes: las petroleras, las mineras, los grandes monopolios exportadores de soja, los vinculados al juego y las apuestas, etc., (con cambios y sacudidas relacionadas también con el ascenso del joven imperialismo chino). Para eso les era necesario conceder y acceder a ciertos reclamos de los trabajadores y el pueblo en general, reclamos que tenían décadas y cuya resolución parcial fue producto del avance de las luchas aunque el gobierno buscó mostrar las conquistas como puro fruto de una política pretendidamente progresista.  Con su doble discurso no sólo persiguen el objetivo de ocultar parte de las medidas que toman sino que se guían por la idea de que la realidad se crea desde la palabra (el relato): si decimos que no hay inflación, no hay inflación.
Con idas y vueltas, con “viento de cola”, con reactivación y simultánea reanimación del sector ocupado del movimiento obrero, con cooptación de referentes populares, con el acompasamiento a un aparentemente nuevo tempo latinoamericano, el gobierno kirchnerista se fue afianzando. Y en el plano estrictamente histórico-ideológico, que aquí nos ocupa, han desplegado un minucioso uso de referentes históricos revolucionarios a quienes mellan sus principales contenidos y reivindican como antecedentes del proyecto actualmente en curso en el gobierno. Es decir que el calentamiento del debate teórico viene de la mano de una nueva vuelta de tuerca en materia de manipulación de masas y de despojo simbólico de los verdaderos luchadores. Lo dicho ha sido particularmente claro desde el bicentenario donde se ha puesto en enrarecido debate la relación entre pasado y presente en la formación de la sociedad argentina y de los pueblos hermanos de América Latina.

En esta brega partimos de una convicción que podría resultar chocante para cierta intelligentzia, los hechos son testarudos: trabajan a nuestro favor. O para explicarnos mejor: ciertas formulaciones teóricas que extraen su enorme potencia de ser ni más ni menos que las proposiciones de sectores de las clases dominantes, (locales o mundiales), y que por ende son intensamente maceradas en las subjetividades a través de los sistemas de información, propaganda y educación, son rebatidas y refutadas, antes que por nuestros humildes antídotos intelectuales, por la propia dinámica de la realidad social, por su mismo devenir. Un ejemplo podría ser el de la andanada de apotegmas imperialistas a propósito de la ya casi inefable (por el hartazgo de la reiteración) teoría de la globalización y su reaccionaria proposición de que se abriría un nuevo momento (que según esas formulaciones terminaría siendo el último): la post-historia de Fukuyama que confundió a muchos y a la que ciertos intelectuales a la moda se sumaron con fruición. El punto es que estas falsas teorizaciones fueron derrotadas, aún antes que en el plano ideológico en el material, en el histórico, ya que frente a la pretendida pax americana, frente a la realidad mono-color que insinuaban, fueron surgiendo aquí y allá, (para quien quisiera verlos), los matices de una paleta mucho más variada. Multipolaridad, ascenso de viejas y nuevas potencias (Europa, Rusia, China, Japón), guerras, crisis, luchas de clases, luchas nacionales y antiimperialistas,
Otro ejemplo, en el plano de la economía, es la crisis internacional en curso: debacle general que no fue admitida oficialmente, por los monopolios mediáticos y los gurúes de turno, sino hasta el día después de las vísperas, y desde luego, con vaticinios (o mejor expresiones de deseo) constantes de salida inminente ante el menor síntoma de pseudo-reactivación. Y bien: a pesar de los feroces intentos de las usinas ideológicas, no son más que otras formulaciones oxidadas antes por el verde árbol de la vida que por la gris teoría.4
Pero ¿Esto no nos relevaría de la necesidad de dar la lucha en el plano de la ideas, en el campo de las ciencias y de la cultura? Evidentemente no, ya que de lo que se trata es de empujar la historia en un sentido revolucionario, dando batalla en todos los terrenos. Y no descubrimos nada si afirmamos que un proceso revolucionario necesita de la conciencia verdadera para poder avanzar. Para los intelectuales comprometidos con la tarea de transformar la realidad, dejar de ser lectores para ser protagonistas implica dar la pulseada ideológica a fondo.

Marxismo adentro y afuera

“…el marxismo no es una filosofía de la historia. Sin embargo, es una filosofía. Quiero decir que no es una negación metafísica de la metafísica. No es positivismo. No reserva un lugar sistemático a lo no cognoscible. Para el marxismo no hay de inexplicable más de lo que aún no ha sido explicado. El hombre y el espíritu no le parecen como datos sino como resultados, como conquistas continuas. Esto está a la vez muy cerca y muy lejos del entusiasmo racionalista del siglo XVIII.”
Pierre Vilar, Historia social y filosofía de la historia

No están todos los que son ni son todos los que están. Esta frase, desde nuestro punto de vista, encaja bien a la hora de tratar de entender que es lo que pasa con una corriente como la del marxismo. En nuestro país el estigma del marxismo, soportado por algunos como una cruz, es alegremente auto-proclamado por otros. Algunos de esos que, a nuestros ojos, son los que más trabajan por la demolición de su contenido revolucionario lo hacen, no paradójicamente, desde dentro. No se trata de preservar posiciones doctrinaristas ni de establecer ortodoxias canónicas pero sí se trata de ver qué es lo que se encuentra orgánicamente unido a las ideas revolucionarias que sostuvieron los fundadores del materialismo histórico. Y en eso, ubicar qué es lo que sirve para la lucha liberadora tanto como lo que no contribuye a ella. De este modo se trataría a la vez de rescatar, de retomar las verdades de aquella teoría para simultáneamente desarrollar-las. A nuestro juicio son estas las ideas que nos pueden permitir no sólo entender / comprender de manera cabal la sociedad sino, también, ser parte de los que la vamos a transformar.
Los jóvenes investigadores y docentes de las ciencias sociales, en un país como Argentina, en un mundo conmovido por la crisis capitalista mundial, necesitamos estas armas teóricas para desentrañar la naturaleza del proceso contemporáneo.

En este sentido podemos decir que hay desarrollos, (recientes y no tanto), que aunque no se hayan dado dentro de un marxismo confeso son parte natural de esta corriente de ideas. Así como hay otras elaboraciones, enarboladas desde rojas tribunas, que no tienen esta calidad que pretenden compartir.

Las corrientes predominantes empujadas por la burguesía (sean formas del escepticismo, posmodernismo, relativismo u otras) han implicado el ataque a la idea de que el conocimiento es otro producto social, asimismo han impuesto la desvalorización de la propia historia del conocimiento de lo social y por consiguiente han buscado sepultar lo más avanzado de las ciencias sociales del siglo XX (o por lo menos relativizarlo, marginarlo). Nosotros proponemos rescatar al marxismo conscientes de que, lejos de mostrar su caducidad, los desarrollos propuestos por esta teoría son imprescindibles para entender la realidad social actual y nuestra historia.

Publicar o perecer

“¿Publicar? ¿Publicar cuando hasta los mejores publican 1071% veces más de lo que debieran publicar?... Yo no tengo, ni deseo tener, sangre de estatua. Yo no pretendo sufrir la humillación de los gorriones. Yo no aspiro a que babeen la tumba de lugares comunes, ya que lo único realmente interesante es el mecanismo de sentir y pensar. ¡Prueba de existencia!”

Oliverio Girondo, Veinte poemas para ser leídos en el tranvía

Como en casi todo el sistema educativo regenteado por el capitalismo, y más agudo aún en un país con el grado de dependencia del nuestro, extranjerizado hasta el hueso y donde las grandes mayorías quedan al margen, las cosas aparecen invertidas. En particular en la educación superior sigue siendo válido aquello que decía el Manifiesto Liminar de 1918: “(…) la ciencia frente a estas casas mudas y cerradas, pasa silenciosa o entra mutilada y grotesca al servicio burocrático. Cuando en un rapto fugaz abre sus puertas a los altos espíritus es para arrepentirse luego y hacerles imposible la vida en su recinto. Por eso es que, dentro de semejante régimen, las fuerzas naturales llevan a mediocrizar la enseñanza y el ensanchamiento vital de los organismos universitarios no es el fruto del desarrollo orgánico, sino el aliento de la periodicidad revolucionaria”.
Este estado de situación que es promovido por las minoritarias roscas que traducen el poder social a la escala universitaria, es soportado más o menos pasivamente por una gran mayoría, pero tiene, crecientemente, la resistencia de docentes, graduados y estudiantes como correlato de los frutos y consecuencias del 2001.

En este sentido queremos romper con la cortesía, la cautela y los buenos modos insuflados en el mundo intelectual-académico, ya que esterilizan las posibilidades de avances reales. Ante la postración y el cuadramiento impuestos hacia una meritocracia vacía, hacia las charreteras académicas de las camarillas profesorales, nosotros contestamos poniéndonos de pié. La respetabilidad de una academia inservible, (más respetada mientras más inservible y viceversa), de investigadores y docentes domesticados, correctos en el sentido más deplorable de una nueva corrección política, ahora progre, no nos entusiasma. Como decía David Viñas, en un reportaje de hace unos años: “Hasta en la facultad, cuando defienden una tesis, he escuchado decir: "Yo de esto no afirmo si está bien o está mal"... Viejo, jugate, decí.” “Yo leo en el revés de la trama, ¿no? Todo juicio, de hecho, es un test proyectivo. ¿Usted desde dónde habla? ¿Desde la amoralidad? Es decir, usted no tiene juicios de valor, usted come mierda o come habas, lo mismo le da, digo…”5 Nosotros preferimos jugarnos, opinar: equivocarse será siempre más fructífero y preferible a usar el lenguaje sibilino y oblicuo de ciertos inasibles popes. Esto es también lo que buscamos en las contribuciones a esta revista.

Algunos ejes temáticos

“Un hábito secular, propio del comercio de la cosa escrita, hace que el escritor no se ocupe de la difusión de sus obras. Se figura que su editor, u otro intermediario, las distribuye a todo el mundo. Y se dice: yo hablo, y los que quieren entenderme, me entienden. En la realidad, el escritor habla, y los que pueden pagar, le entienden. Sus palabras jamás llegan a todos, y los que las escuchan no quieren entenderlo todo.  Sobre esto se ha dicho ya muchas cosas, pero no las suficientes. Transformar la «acción de escribir a alguien» en «acto de escribir» es algo que me parece grave y nocivo. La verdad no puede ser simplemente escrita; hay que escribirla a alguien. A alguien que sepa utilizarla. Los escritores y los lectores descubren la verdad juntos. 
Para ser revelado, el bien sólo necesita ser bien escuchado, pero la verdad debe ser dicha con astucia y comprendida del mismo modo. Para nosotros, escritores, es importante saber a quién la decimos y quién nos la dice; a los que viven en condiciones intolerables debemos decirles la verdad sobre esas condiciones, y esa verdad debe venirnos de ellos. No nos dirijamos solamente a las gentes de un solo sector: hay otros que evolucionan y se hacen susceptibles de entendernos. Hasta los verdugos son accesibles, con tal que comiencen a temer por sus vidas.”

Bertolt Brecht, Las cinco dificultades para decir la verdad 

Esta es una lista, que no pretende ser exhaustiva, de algunos de los ejes que tendrá nuestra publicación:

Creemos que el problema del imperialismo y de la dependencia, en sus distintos aspectos y modulaciones, será uno de los tópicos centrales de nuestra publicación. Esto por las razones obvias (vinculadas justamente con esa misma dependencia en todos los planos) de que ha sido un asunto sistemáticamente ninguneado o distorsionado. Pero, a pesar de todo, ya que los hechos son tan obstinados, reaparece expresado, aún con velos y pudores, en la producción académica e intelectual local. Este nudo implica hoy el debate acerca de los rasgos más generales del proceso histórico de nuestra contemporaneidad, la disputa alrededor de la vigencia de la teoría del imperialismo y las revoluciones obreras, los debates alrededor de lo que han llamado socialismo del siglo XXI, y de variantes aggiornadas de la tesis de la globalización, también de las distintas interpretaciones sobre la evolución de la correlación de fuerzas entre las potencias (lo que incluye la polémica sobre las características de los llamados países emergentes entre los que ciertas voces sitúan igualmente a China, Brasil, India, e incluso a Argentina).

Otro eje que ocupará nuestra atención (y al que convocamos al envío de notas) será la crisis económica en curso, sus características, sus probables consecuencias; punto íntimamente relacionado con el anterior y, a todas luces, con el de los vientos de guerra que se van desplegando, significativamente, sobre zonas calientes como es el caso de Irán, Corea y, mucho más cerca, en la zona norte de nuestro sub-continente: Venezuela, Colombia, Ecuador, etc. Aquí aparece el nudo de tematizar las determinaciones de la crisis, ya que la voz oficial sólo parece admitirla como una deformidad provocada exclusivamente por los excesos financieros de algunos especuladores.

Otro nudo que tendrá espacio aquí es el del debate sobre la naturaleza de la estructura económico-social argentina, tanto urbana como rural. El problema de las clases dominantes, su composición, sus contradicciones, su evolución. Este eje se ha ganado el centro de la escena de la disputa científica e ideológica a propósito de la experiencia de estos ya largos años de kirchnerismo y particularmente con el conflicto del 2008. En relación a las clases y a su evolución social aparece la caracterización de la clase obrera y los asalariados de la actualidad, la polémica sobre su papel de posible y/o necesaria vanguardia en el curso de liberación de nuestros países. Pegado a este aparece el tópico de la interpretación de los llamados nuevos movimientos sociales, las luchas sectoriales y sus programas particulares.

Uno de los asuntos fundamentales que por décadas han atravesado a las ciencias sociales, la naturaleza del Estado y sus transformaciones, cuya actualidad se mantiene indiscutible, también deberá ser transitado en estas páginas. Las particularidades de la contradicción Estados – gobiernos, la clásica controversia en relación al grado de autonomía de la herramienta estatal con respecto al cuadro de clases, (y en general de la política con respecto a la economía), disputas tanto entre las corrientes marxista y socialdemócrata, como simultáneamente, con las versiones trotskistas u otras que, en muchos casos, postulan su interpretación de lo que han denominado bonapartismo.

Otro gran eje, discutido en forma tácita o explícita por todos los que enfocan el proceso mundial contemporáneo, el del balance de la experiencia del socialismo en el siglo pasado, tema que tiene obvias y directas resonancias, según los distintos puntos de vista, para el repertorio de propuestas políticas actuales que los intelectuales apoyamos, (más o menos activamente), será objeto de debate y también invitamos a sumar aportes a este respecto.

Finalmente tenemos la intención de sostener una sección que aborde, desde distintos ángulos, las complejidades en relación al lugar y rol de los intelectuales en la lucha social y política. Y particularmente de uno de sus sectores clave, el de los docentes, su papel y las elaboraciones pedagógicas que se encuentran en debate.

Declaración de objetivos de Pensar históricamente:

Queremos ser parte de los que trabajan en el sentido de vincular la ciencia con la sociedad y con las luchas populares. Ser parte de los que llevan el mundo a las aulas, porque están en el mundo y son activos en su transformación.

Queremos ser parte de los que empujan una práctica de la investigación, de la docencia y de la divulgación de las ciencias sociales a la vez científica y popular. Y porque queremos hacer aportes científicos entonces no hay otra opción que la de que esta producción esté ligada directamente con las necesidades populares. Y porque buscamos entroncar con las urgencias de nuestro pueblo no hay otra opción más que la de que esa búsqueda, interminable y permanentemente renovada, sea rigurosa y científica.6

Queremos que esta publicación sirva como un instrumento de des-ocultamiento de las condiciones del presente para su transformación. Por lo tanto partimos de suponer que el conocimiento es un proceso social y que entonces solo rompiendo los muros de la “academia”, construidos por los que compartimentan el trabajo intelectual del manual, solo rompiendo con este modelo de universidades elitizadas, de usinas de elaboración de ideología al servicio de las clases dominantes en sus diferentes variantes y casi siempre alejadas de las necesidades de un país dependiente como el nuestro, podremos avanzar. Por eso, más aún, es preciso desarrollar éste conocimiento y volverlo a poner en manos de las masas populares. Y a la vez ir a las masas populares para encontrar el conocimiento que alimente el desarrollo de la ciencia.

Queremos ser canal de expresión de los que han venido rompiendo con la ciencia oficial a través de la formación de cátedras paralelas, de grupos de investigación, de revistas; en definitiva de los jóvenes investigadores y docentes que cuestionan la organización estamental de las cátedras y el principio de la “autoridad” académica y del cursus honorum. En suma: ruptura con toda la regimentación de la investigación que la hace estéril y/o reaccionaria. Por eso esta publicación hace explícita renuncia del sistema de referato, de los que supuestamente monopolizan el saber y lo transforman en un nuevo “como sí” y donde el único fin perseguido es ganar centimetraje curricular. Será el propio comité editorial el que tome las decisiones sobre la inclusión o no de los artículos que se propongan, en el sentido de empujar este tipo de contenidos con el mayor grado de amplitud posible.

Queremos ser parte de los que luchan contra la extranjerización, contra el reforzamiento de la dependencia, contra el vaciamiento y la destrucción de la educación pública. Somos parte de los que nos oponemos al avance de la Coneau y a la adecuación de la Universidad Pública a los objetivos del Banco Mundial / FMI, y contra la tendencia que impulsa la adaptación a los modos de hacer ciencia que vienen del gran norte (EEUU y Europa).

Queremos sumar fuerzas a los que repudian la inversión de medios y fines que lleva a que muchas veces se esterilice el magro presupuesto destinado a investigación, por ejemplo a través de la lógica de los congresos donde lo más trascendente es lograr un certificado que sirva a los efectos de mantener una beca o un cargo docente, donde verdaderamente no importa lo que se escribe o dice, donde no interesa discutir ideas que aporten a la transformación social sino sumar papeles.

Queremos ser expresión de una corriente de jóvenes docentes de todos los niveles, de nuevos graduados, investigadores y divulgadores de las ciencias sociales, profundamente preocupados por su función social e insatisfechos con lo que se nos propone, dispuestos a rebelarnos y a no adaptarnos mansamente a este estado de cosas.

Notas.

1 “Deberíamos considerar el tiempo como aquello que conduce al hombre, y no al hombre como creador del tiempo. Este es en el fondo el punto en cuestión. Y sobre este punto, sin embargo, no hay unanimidad entre los físicos. Es un punto sobre el cual existen muchas y diversas opiniones.” Prigogine, Ilya, El nacimiento del tiempo, Tusquets, Buenos Aires, 1991, página 24.
2 “…no hay que tomar ejemplos y datos aislados (dada la infinita complejidad de los fenómenos de la vida social, se puede siempre encontrar un número cualquiera de ejemplos o datos aislados, susceptibles de confirmar cualquier tesis), sino indefectiblemente el conjunto de los datos…”, Lenin, V.I., El imperialismo, fase superior del capitalismo, Ágora, Buenos Aires, 2003, página 3.
3 “Filosofía, mito, tragedia, política, historia, antropología son, pues, más modos de la pregunta que preguntas diferentes, que sólo la tecnocracia del saber moderno ha podido separar ideológicamente…”, Grüner, Eduardo, La cosa política o el acecho de lo real, Paidós, Buenos Aires, 2005, página 18.
4 “EL PRINCIPIO DESTRUCTOR DEL NO SUCEDER de las cosas generó una variante que convertía los hechos en una interrogación sobre su posibilidad de existir. Fue una verdadera plaga que invadió los periódicos y agobió a sus públicos con preguntas, indeterminación hasta entonces considerada ajena, e incluso contraria, al trabajo de informar.” Tcherkaski, Osvaldo, La Ocupación – Información y guerra, un nuevo totalitarismo mundial, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2003, página 19.
5 Entrevista en la revista “El ojo mocho”, 1991.
6 Como planteó Jean Chesneaux el rigor científico y el vigor político se retroalimentan.